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Lo
había olvidado por completo, poseo este aparato de dudoso prestigio conmigo.
Este
pequeño destructor de pulmones, profanador de la sanidad, elemento dañino para
la salud del consumidor. A pesar de que mi especie no posee un sistema
respiratorio convencional en comparación a alguno mediocre como aquellos cuya
figura recae en plagiar la biología
humana, sigue siendo un elemento sucio que percute en mi vestimenta la cual
según un buen protocolo, debe permanecer impecable.
Sin
duda un elemento de lo más despreciable para la visión de un caballero genuino
y de clase.
Sin
embargo, esto recae enteramente en la subjetividad, para algunas personas es el
símbolo de la clase misma. Del estilo vanguardista de gente con buen gusto para
hablar con sus asociados. “un buen hombre fuma para establecer el dominio de su
estatus en base al contexto que le rodea”
Esto…